domingo, 12 de octubre de 2008

La Ley de Fisher



Frecuencia de las Relaciones Sexuales.

Uno de los temas más frecuentes en la consulta sexológica versa en torno a la frecuencia de relaciones sexuales. Son muchas las parejas que se preguntan ¿cuánto es lo normal?, pero también son numerosas las que desean aumentar su frecuencia.
Sobre este tema hay algunos comentarios pertinentes. Por un lado, mantener muchas relaciones sexuales, incluso diariamente, no representa ningún problema para la salud, ni debilita físicamente y mucho menos mentalmente.
Otro aspecto importante por destacar, es que la sexualidad no se comporta como las otras necesidades físicas en las que la satisfacción de la necesidad calma el deseo. Es decir, cuando tenemos hambre, ésta se nos quita comiendo, pero no funciona exactamente igual con el sexo.
Fisher, prominente investigador canadiense, describe que si una persona mantiene, por ejemplo dos coitos, por semana; cuando disminuye su frecuencia a una o menos, inmediatamente siente un aumento en el deseo sexual que lo insta a la intimidad. Pero si el individuo, por diversas razones, no reasume las relaciones sexuales por un largo periodo, entonces el deseo disminuye y puede llegar hasta desaparecer.
Lo contrario también es cierto. Cuando una persona tiene una frecuencia dada, tomemos el mismo ejemplo, dos relaciones por semana y por diversas circunstancias aumenta a siete por semana; inmediatamente siente una saciedad sexual. Sin embargo, si continua con esa frecuencia, el cuerpo no solo se adapta sino que hasta le pide más.
Así, cuantas más relaciones sexuales mantenga una pareja, más relaciones sexuales le pedirá su cuerpo. Cuantas menos relaciones sexuales se sucedan, el cuerpo pedirá cada vez menos, hasta el punto de llegar a abolirse el deseo sexual.
Esto explica muchos fenómenos que pasan en la vida de las parejas. Muchas veces un distanciamiento emocional o físico, por ejemplo como el que condicionan algunas enfermedades o los conflictos de pareja, sin son de larga data, pueden provocar una disminución en el deseo sexual. En esas circunstancias el cuerpo no pide, no requiere, no exige ni demanda la vida sexual.
Cuando las condiciones que provocaron ese distanciamiento han sido superadas, las parejas se dan cuenta que hay gran menoscabo en su vida sexual. La sexualidad deja de figurar entre sus apetitos y muchas veces se mantiene una vida de pareja "como entre hermanos". Hay una enorme compatibilidad en el cada día pero no hay una necesidad de acercamiento sexual.
Ante estas circunstancias, en la actualidad se han diseñado una serie de programas de "sexualización", destinado a que esas parejas recuperen el deseo sexual perdido.

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